A pesar de ser la segunda ciudad mexicana y funcionar como el conector básico entre el cretaivo noroeste y el experimentado Altiplano, pocas cosas interesantes carga sobre Guadalajara el río de los rumores. Chivas, tortas ahogadas y mariachi. Que tiene el alma de provinciana y que huele a pura tierra mojada. La imagen pública de la perla tapatía no es, digamos, demasiado motivante, a menos de que se hable de la belleza de sus habitantes. A diferencia de la aplastante desigualdad estética de la Ciudad de México, en Guadalajara siempre es más difícil nacer feo que nacer guapo.
Sin embargo, más allá de su fama de hermosa, Guadalajara es tal vez la más campirana de las metrópolis del mundo. En un caso de Ripley, la ciudad tiene un millón de habitantes más que Barcelona pero conserva al mismo tiempo modales mucho más parecidos a los de Irapuato Guanajuato. La Perla de Occidente no conoce de teporochos ni de bullicio más allá de los partidos de las Chivas y el Atlas. La cerveza sigue costando 15 pesos. La gente se queja porque hace veinte minutos al trabajo, tiene un delicioso acento de ranchero de película de cine de oro mexicano y un orgullo chabacano hacia una ciudad con una fobia total a la verticalidad o cualquier artilugio de infraestructura que denuncie su verdadero tamaño. En general, Guadalajara parece una niña crecidita vestiendo de pequeña Lulú y que no se da cuenta de que ya le crecieron las chichis. La verdad es que el balance primario de Guadalajara es tan poco alentador que la Perla de Occidente no se salva ni de ser arteramente atacada por sus propios nativos.
En este desalentador escenario, lo más probable sería dejar a la capital de Jalisco como una especie de Cuernavaca agigantada... si no fuera por ciertos pequeños derrapes que manchan las sábanas blancas de su pose virginal. Aunque el placer no se socializa demasiado, ello no implica que los guadalitos no sean candiles de calle en lo que al sexo se refiere. Podría hacer del tema sexual de Guadalajara una entrada por cuenta propia, pero no creo que venga al caso en una radiografía general de la ciudad. Al respecto sólo terminaría diciendo que la cereza de este erótico placer es, por su puesto, un tumor gay que ha hecho metástasis a lo largo y a lo ancho de la ciudad y que ha desarrollado una dinámica independiente del desigual, pretencioso y queerasfolkyzado mundo gay de la Ciudad de México.
Juntando esta y otras sutiles pistas, uno llega a la conclusion de que es imposible que Guadalajara realmente sea como se cree a primera vista. Ya estando en la boca del lobo y juntando varias pistitas que me encontré estuve seguro de que había gato encerrado y que Guadalajara todavía debía mostrar su lado oscuro y defender su fama-bis de tener una de las escenas alternativas más rabiosas e informadas de México.
A pesar de que el estilo de un tapatío promedio es más bien west-trashy, muchas de sus calles siguen teniendo una mezcla fabulosa de rancheridad y fashionismo. Por las calles del centro no es poco común distinguir un chico de Tepatitlán sin vajes a Nueva Yoooooork ni revistas Wallpapeeer* con un atuendo que amedrentaría a más de un chico condechi. La Gandhi local tiene, a mi gusto, un stand de diseño bastante más coherente que el de la matriz coyoacanense. De hecho, Guadalajara ha sido nodriza de una buena parte del panteón de creativos mexicanos consagrados: Barragán, Orozco, Goeritz. Con estas buenas señales, se debe de estar seguro de que con tenacidad, paciencia y ojo avisor en la aburrida Matrix de Guadalajara llegará siempre algún Conejo Blanco que los guiará hacia la deliciosa Guadalajara-Bis que se oculta bajo las impecables avenidas arboladas de la ciudad.
Los conejos blancos en Guadalajara comen zanahorias en un bosque distinto a la de la Ciudad de México. Guadalajara no tiene una industria cultural sólida, y a diferencia del DF contemporáneo, ser "alternativo" todavía no provoca demasiados réditos sociales. Esto provoca que en general los tapatíos-bis sean mucho más comprometidos, tengan una motivación mucho más personal en sus intereses, una curiosidad más desarrollada y un conocimiento de sus gustos mucho más profundo que amar a Frida y corear a a los Killers. Las conejos blancos que pululan por Guadalajara son súper amables, chingones, energéticos y divertidos, y por lo tanto, también lo es la marcha tapatía-bis, donde puedes salir a bailar todos los días de la semana al menos hasta las cuatro de la mañana. y gozar de una escena electrónica tan desarrollada que tiene incluso a sus héroes, historias y leyendas.Aunque hay suficientes -bises para inyectarle a Guadalajara un aire de tenue pero deliciosa esquizofrenia, su número no da para inyectarle un ritmo radicalmente diferente. y tal como en un pueblo chico, padecen del sopor de tener que verse las mismas caras en los mismos lugares. De hecho, la edad predominantemente jóven de la escena alternativa me hace pensar en una incapacidad más bien estructural de Guadalajara de integrar a sus -bises de manera permanente.
De algua manera, me parece que Guadalajara está dispuesta finalmente a cambiar su inapropiado aire virginal, tomar un pepto para resolver sus problemas de diarrea creativa y comenzar a usar todas sus ventajas en recursos humanos para hacer cosas mucho más interesantes que emborrachar a sus turistas con tequila. Algunos síntomas son evidentes. Guadalajara tiene el honor de haber desarrollado la única cadena y marca de ropa urbana del país, People, y Julia y Renata han demostrado que se puede seguir creciendo desde los estados sin tener que haber huido en condición de refugiadas estéticas a la Ciudad de México. Incluso la mítica horizontalidad y decadencia institucional de Guadalajara en el plano arquitectónico parece estar siendo puesta en duda. Desde la Torre Cube, Guadalajara tiene la cartera de proyectos arqutetónicos más impresionantes de México, -y muy probablemente de toda Latinoamerica-: La Torrena, el Centro Cultural Universitario, el estadio de las Chivas y por su puesto, un Museo Guggenheim. Aquneu el alcance y la existencia de cada una de ellas estará por verse, pero todas ellas reflejan un renovado interés de la burguesía tapatía por invertir invertir en obras fueras de los clásicos pastiches suburbanos, y que si bien no serán desarrollados por nativos, sin duda ayudarán lo suficiente para estabelcer nuevos parámetros estéticos a una ciudad que finalmente está rogando por tenerlos. Lo único que quedaría por preguntase serían los efectos potencialmente perniciosos de todos estos proyectos suburbanos para la aceleración de la pérdida de inversión en la zona central de Gadalajara y en el fomento a la expansión en la ya de por sí infinita expansión horizontal de la ciudad hacia las zonas rurales que las circundan.
En fin. El caso es que Guadalajara puede ser medio de güeeva o medio chingona. Reputación negra o conejos blancos. Niña moñuda o ranchera housera. Ver la copa o las dos caras. Ustedes deciden. Lo que sí es que hay mucho más de Guadalajara que la pura tierra mojada.
8 de septiembre de 2007
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1 comentario:
Bueno empezando con tu sarcasmo estupido que tienes al referirte a una o mas entidades de una forma burlesca, habla del pobre criterio y educacion que tienes, tu eres el clasico critico que no habre su mente al conocimiento diferente al que estas acostumbrado, si las demas personas tienen su forma de vivir, de creer, y socializar, es por demas decir que deben de ser respetadas y no usarlas en forma de mofa como lo haces tu pobre criticon que ademas solo criticas lo que vez y no lo que es.... bueno quisiera escribirte de forma mas clara pero seria actuar como tu, como un pobre y mal informado individuo...
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