11 de marzo de 2006

El Museo de Arte Popular, o el triunfo de lo fácil sobre lo correcto

Tras un seminario sobre la Ciudad de México en el Franz Mayer, decidí retrasar mi inminente y siempre triste vuelta a casa para comer y hacer un recorrido por el Centro. No pasó mucho tiempo antes de llegar por el siempre-inminentemente-abierto Museo de Arte Popular, que para mi sorpresa finalmente cumplió sus amenazas y decidió abrir -al parecer sin mucha publicidad-. No estaba en el estado apropriado para ver artesanías (artesanías es al arte popular lo que viejitos a adultos en plenitud), pero eso no me impidió al nuevo edificio remodelado: una antigua estación de bomberos. Sería terrible calificar de Extreme Makeover a lo que realmente fue un trabajo de hojalatería y pintura: pintar de blanco ramplón TODO el edificio y ponerle vidriecitos nuevos a los huecos que deja el cemento dificilmente puede ser llamada remodelación. Es una pena, pues había leído en algún lugar que el proyecto había sido encargado a algún integrante del Star System de la arquitectura nacional. Creo que se desperdició un hermoso edificio de art decó mexicano que pudo haber sido ejemplo de una reinterpretación de un edificio antiguo para una nueva función y un nuevo tiempo -y que tanta falta hace considerando que según las estadísticas los edificios que más se desturyen en esta ciudad pertenecen a los 30 y 50-. Más que refuncionalizar el espacio del edificio, el resultado es un disfraz de museo bastante mediocre.

El resultado del Museo de Arte Popular contrasta totalmente con el ya-mil-veces-reconocido proyecto de Herzog & De Meuron que transformó cual una cenicienta londinense una una enorme y masiva planta de luz ni más ni menos que en Galería Tate. El resultado es una mole expresiva, innovadora y difícil de caer en otra categoría de edificio más que en la de museo -y qué museo-. Algún abogado del Museo de Arte Popular podría decir que no conozco cómo estaba el edificio antes de la "remodelación". Pero bueno, tampoco conocía la planta de luz de la Tate, ¿no? Aunque ni el Arte Popular es la Tate, ni los pesos alcanzan para ser gastadas como libras, (ni Sordo Madaleno es Herzog ni De Meuron) creo que la falta de recursos jamás puede justificar la falta de creatividad; en todo caso, debería alentarla, cosa que no sucede en el Museo de Arte Popular. En fin, felizmente siempre se puede sacar de lo mediocre alguna moraleja mamorrona. Creo que la remodelación de la antigua estación de bomberos del Centro Histórico es un ejemplo para la arquitectura de nuestra ciudad de aquella frase que diría el master Ph.D Dumbledore en alguna película de Harry Pottter:

"Pronto se tendrá que decidir entre lo que es correcto o lo que es fácil"

Espero que más pronto que tarde alguien se tome el tiempo para quitar las cosas fáciles y hacer proyectos meritorios para una ciudad a la que le urgen tener buenos ejemplos de arquitecturas y remodelaciones de espacios.

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