El pasado jueves Diego tuvo la cortesía de invitarme a la exposición en Bellas Artes de la superestrella sensación del arte contemporáneo mexicano. La asociación de Gabriel Orozco® con el arte conceptual me causo algún escozor, pero para mi sorpresa su obra parece ser mucho más versátil de lo que creía. Aunque no podían faltar chacharitas conceptuales donde por alquimia tres pins se vuelven súbitamente en una expresión digna de Bellas Artes, la exposición mostró a un Gabriel Orozco políglota, capaz de centrar su trabajo en otros lenguajes expresivos del arte contemporáneo, incluyendo instalaciones, op art y obras cinéticas.
En particular hubo dos obras que me gustaron (como no llevaba mi libretita de primaria no me acuerdo de sus nombres). La primera es un lienzo blanco rayado con líneas negras gruesas y continuas derivadas de los movimientos de una pelota de tenis rebotando contra el lienzo. Me pareció una manera interesante de radiografiar la naturaleza de un movimiento, y más aún, poder comprimirla en dos dimensiones y dejar de lado su carácter temporal.
La segunda de ellas involucra directamente a Orozco en el todo el proceso de creación. Es en un lienzo donde se van gestando una serie de círculos traslapados, parte de los cuales se iluminan de colores primarios. Los círculos continuan gestándose a lo largo de un eje horizontal y otro vertical que convergen en el centro del cuadro, y disminuyen hasta desaparecer en su parte exterior. El énfasis en las capacidades expresivas de formas y colores lo asocia con las tendencias del Op-Art, y la simplicidad de los colores usados se complementa con una composición óptica bastante compleja que al menos para mí me evocaron el caer de gotas de agua en un estanque, haciendo esta vez una evocación indirecta al movimiento como articulador de la obra.
Si no me la creen como legitimador de arte, pregunténle al crítico al que más confianza le tengan....si no tienen esa fortuna, échense un clavado a la exposición y saquen sus propias conclusiones.
Fiesta de Gabriel Orozco en San Hipólito:
Después Diego tuvo la segunda cortesía de invitarme al coctel para festejar entre martinis y canapés el comienzo de la muestre, y posteriormente a la fiesta que se organizó en San Hispólito para cerrar como se la celebración. Gran diversión, especialmente despues de ver a comunidad artística-cum-new,old,BIGFATmoney gozarse al ritmo de los mismísimos Ángeles Azules, divertidísimos y dándoles lo que querían, actuando como si de boda de burguesía provinciana se tratara. Todos bailaron mucho, felices de dar rienda suelta a sus inclinaciones cumbiancheras en una fiesta de iguales.
Despues de los Angeles vino la música ochentera, que es como mi criptonita (especialmente si estoy bien borracho como en aquella ocasión). Me queria quedar entre tanta gente bonita, pero mis amigos se fueron antes de que pudiera hacer algun acto embarazoso. Lástima, en otra ocasión...
(Gracias sinceras a Diego por invitarme a una gran gran noche)
En particular hubo dos obras que me gustaron (como no llevaba mi libretita de primaria no me acuerdo de sus nombres). La primera es un lienzo blanco rayado con líneas negras gruesas y continuas derivadas de los movimientos de una pelota de tenis rebotando contra el lienzo. Me pareció una manera interesante de radiografiar la naturaleza de un movimiento, y más aún, poder comprimirla en dos dimensiones y dejar de lado su carácter temporal.
La segunda de ellas involucra directamente a Orozco en el todo el proceso de creación. Es en un lienzo donde se van gestando una serie de círculos traslapados, parte de los cuales se iluminan de colores primarios. Los círculos continuan gestándose a lo largo de un eje horizontal y otro vertical que convergen en el centro del cuadro, y disminuyen hasta desaparecer en su parte exterior. El énfasis en las capacidades expresivas de formas y colores lo asocia con las tendencias del Op-Art, y la simplicidad de los colores usados se complementa con una composición óptica bastante compleja que al menos para mí me evocaron el caer de gotas de agua en un estanque, haciendo esta vez una evocación indirecta al movimiento como articulador de la obra.
Si no me la creen como legitimador de arte, pregunténle al crítico al que más confianza le tengan....si no tienen esa fortuna, échense un clavado a la exposición y saquen sus propias conclusiones.
Fiesta de Gabriel Orozco en San Hipólito:
Después Diego tuvo la segunda cortesía de invitarme al coctel para festejar entre martinis y canapés el comienzo de la muestre, y posteriormente a la fiesta que se organizó en San Hispólito para cerrar como se la celebración. Gran diversión, especialmente despues de ver a comunidad artística-cum-new,old,BIGFATmoney gozarse al ritmo de los mismísimos Ángeles Azules, divertidísimos y dándoles lo que querían, actuando como si de boda de burguesía provinciana se tratara. Todos bailaron mucho, felices de dar rienda suelta a sus inclinaciones cumbiancheras en una fiesta de iguales.
Despues de los Angeles vino la música ochentera, que es como mi criptonita (especialmente si estoy bien borracho como en aquella ocasión). Me queria quedar entre tanta gente bonita, pero mis amigos se fueron antes de que pudiera hacer algun acto embarazoso. Lástima, en otra ocasión...
(Gracias sinceras a Diego por invitarme a una gran gran noche)
GABRIELOROZCO@ BELLASARTES, domicilio conocido
del 29 de noviembre al 25 de febrero.
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