4 de agosto de 2007

Salón Rubí

Cuando era pequeño, mi mamá era mi estilista privada, justificando su oficio bajo el pretexto de que para dejar parejos mis compactísimos rizos no existía nada como el cuidado y sapiencia instintiva de una mano maternal. Sin ánimo de parecer freudiano, supongo que aquellas duras sesiones viendo scooby-doo mientras veia mis chinitos caer como nieve africana acabaron haciendo que hoy, en plena etap de independencia, sea una voz más de aquellos que buscan en el corte de pelo una experiencia más que un servicio de tijerazos.

En algún otro lugar sobraría decir que mi definición de "experiencia" debe tener una connotación positiva, como iniciar un gran viaje ochentero en un concord mientras cierras los ojos y no haces mas que desconectarte del munto y pensar como se sentirían en la realidad real los 2100 kilómetros que vas cruzando por hora. Sin embargo, los cortes de pelo en la Ciudad estan secuestrados o por grandes salones como fumaderos de opio de señoras como de Jordi Labanda y toneladas de Hola!s entre pelambres de oropel, o por una mafia gay con un muestrario de colores majirel sobre sus cabezas, bailando entre un tristísimo mobiliario blanco "minimalista" y un ruido encontrado de los desechos musicales de la consola del Living. Pero estaba convencido de que no todo estaba perdido, y para mi felicidad, conoci a Bambi, con su gentil y musical acento cordobés, su aura de blancanieves-indie-argentina y una personalidad tan potente como pare ser serena, rumiante, dulce y de una amabilidad de esas que te sorprenden por sinceras.

Ha tenido un grupo de rock y hace fotografías, y en la parte que nos concierne, realmente sabe cómo cortar el pelo de manera placentera y enmarcar el estilo de cada corte a las condiciones de todos los que acuden a ella, como solo los buenos estilistas saben. Fiel a la personalidad de su creadora, Bambi es creadora, guardiana y señora del Salon Rubí, allá donde la Roma se desintoxica de la Condesa. El Rubi es un delicioso espacio donde nada parece faltar ni sobrar, con sus muros forrados de color carmín que de alguna manera logran permanecer jugando en equipo con el resto de la decoración del lugar: un espejo decimonónico, un sillón y un sofá de visitas sobre el cual me dicen que te sientas para compartir el té con Bambi en compañía de su gatito blanco que camina como hechizado y la suavísima música de un mundo lejano pero excitante en estos tiempos en donde todo lo añejo reverbera. En fin, que el Salón Rubí poco a poco empieza a transpirar este carácter suave, lúdico y cómplice, como ambiente de set de La Ciencia del Sueño. Francamente no recuerdo en la ciudad un ambiente tan sereno, autorreferencial e integral (salvo tal vez el Caravanserai).

Así que por donde sea, ir con bambi es un viajesote. Y lo mejor de todo es que es de esos donde puedes confiar en el piloto automático.


SALÓN RUBÍ
c/Chiapas, Col. Roma
salonrubibybambi.blogspot.com

1 comentario:

Paula Yalú o Paula de Sebastián dijo...

Gracias guapísimo! Que lindo que escribís, me fascina leerte.
Gracias! Gracias! Gracias!
Se viene la sesión de fotos.....