La verdad siempre me ha atraido tener ropa de diseñadores independientes. Por eso cada vez que entro a una tienda de dicha calaña entro feliz y con múltiples expectativas. Lo malo es cuando salgo emputado y decepcionado porque nada me convence del todo y/o no hay nada de de mi talla. Así es. Los culeros juegan con mis sentimientos.
Así fue que el año pasado llegué a visitar a unos cuates en el bazar que a veces hacen en Garash, pensando en romper mi récord de tiempo desperdiciado en buscar trapitos que me convencieran. Lo que no me esperaba, sin embargo, era lo que me encontré en la esquina de María Peligro:una camisa café como de Khmer Rouge (o al menos, mi idea pendeja de Khmer Rouge) cuyas mangas se unían al torso con botones a presión. Así que podías hacer realmente muchas camisas: quitarlas, poner sólo una o dejarlas colgadas así nomás. Aunque por circunstancias que todavía no llego a comprender no me llevé la camisa, en el bazar de navidad en Garash no pude más y salí con mi playera super chida de María Peligro, orgulloso de haberme escapado al menos por una vez de las garras de Inditex.
Lo que he visto de la colección de María Peligro posee una estética bastante compacta, inteligente y sobria pero nunca trivial. Sigue sutilmente las tendencias en la moda comercial, pero con ese toque que lo diferencia explícitamente de ellas, ya sea en sus elecciones cromáticas o en los súper arreglos que como cualquier excelente detalle no es protagonista pero se vuelve esencial para la concepción de la prenda. Como cualquier buen trapito, la ropa de María Peligro hace equipo para resaltar a su usuario y no agandallarse toda la atención, como sucede muchas veces con la ropa de diseñador. Ojalá que siga igual para el FWM de invierno.
Así fue que el año pasado llegué a visitar a unos cuates en el bazar que a veces hacen en Garash, pensando en romper mi récord de tiempo desperdiciado en buscar trapitos que me convencieran. Lo que no me esperaba, sin embargo, era lo que me encontré en la esquina de María Peligro:una camisa café como de Khmer Rouge (o al menos, mi idea pendeja de Khmer Rouge) cuyas mangas se unían al torso con botones a presión. Así que podías hacer realmente muchas camisas: quitarlas, poner sólo una o dejarlas colgadas así nomás. Aunque por circunstancias que todavía no llego a comprender no me llevé la camisa, en el bazar de navidad en Garash no pude más y salí con mi playera super chida de María Peligro, orgulloso de haberme escapado al menos por una vez de las garras de Inditex.
Lo que he visto de la colección de María Peligro posee una estética bastante compacta, inteligente y sobria pero nunca trivial. Sigue sutilmente las tendencias en la moda comercial, pero con ese toque que lo diferencia explícitamente de ellas, ya sea en sus elecciones cromáticas o en los súper arreglos que como cualquier excelente detalle no es protagonista pero se vuelve esencial para la concepción de la prenda. Como cualquier buen trapito, la ropa de María Peligro hace equipo para resaltar a su usuario y no agandallarse toda la atención, como sucede muchas veces con la ropa de diseñador. Ojalá que siga igual para el FWM de invierno.