El proyecto Fibonacci nace con estadía de artistas circenses de México y Canadá y culminó hace dos semanas con su presentación en el Teatro de las Artes. A pesar de tener unas expectativas enflaquecidas por la roña que me da cuando veo nombres domingueros en las marquesinas de un espectáculo, la verdad verdadera es que Fibonacci fue un banquetazo de tres horas que no sólo satisfizo mi apetito sino que me lo fue abriendo tras una lenta y deliciosa digestión.
El show tuvo el invisible y siempre acierto de crear un ambiente estética e intelectualmente eficiente, exiliando cualquier acto, escenografía o producción inútil. Todas las partes del espectáculo se enfocaron en presentar alegorías claras en su mensaje y mucho más expresivas que la mierda conceptual promedio que lleva tiempo encharcada en el mundo: un acróbata que alterna entre el escape y la montura de una enorme piedra colgada del techo y meciéndose enre la audiencia y el escenario, un hecho por sí mismo delicioso por haberse desarrollado no sólo fuera de él, sino dentro de su némesis mortal: las bambalinas. Pretty fuckin' Magritte-esque, huh? Realmente era difícil ver un segundo o un espacio en donde el proyecto no hubiera metido mano:la música,la escenografía, la composición de las butacas, la luz, la música en vivo. El espectáculo se metió hasta enel diseño de espacios, probando ser verdadera y antitrivialmente multidisciplinario.
Pero no se engolosinen, porque realmente el plato fuerte el sentir toda la fuerza, claridad y decisión del carácter experimental de Fibonacci. (Ah, "experimental", ese término como mansión de la Juárez que acaba viviendo sus días siendo putero de la Zana Rosa). No, no se trata de ESE arte experimental mamón hijo de papi que no se entiende a sí mismo ni trayendo a una jauría de psicoanalistas. Estoy hablando del arte experimental en su sentido literal: creaciones que buscan nuevos métodos expresivos y formas de comunicación con su audiencia. Siendo explícitamente un proyecto inconcluso, el Proyecto Fibonacci aprovecha esta aparente debilidad para dejar de lado alardes de "maestría" para borrar hasta donde es posible las etiquetas de "audiencia" y "artista" y volcar la presentación del espectáculo precisamente en su parte más valiosa: en el desarrollo y diseño del mismo.
Hay una parte donde tres malabaristas van aventando pelotas hacia un par de tablas colocadas sucesivamente en diferentes ángulos respecto al piso. Tal vez las bolas hayan escapado de sus manos demasiadas veces como para admirarlos por su ejecución, pero no para dejar de reconocerles la calidad inherente en un inteligentísimo acto que sólo necesita madera, bolas de pinpón y un interés mínimo en la cinética para ser una delicia visual, e incluso fonética, a medida en que las pelotas van generando su propio ritmo cuando chocan con el suelo. Por su puesto, Fibonacci no es el Circo del Sol pero no está en sus objetivos el serlo. Asistir a Fibonacci fue ver a un circo en formación, con todas las espinas del chayote exhibidas sin pena ni siquiera con un Disculpe Las Molestias colgado de alguna parte del teatro.
En fin. Hay circo que es como el pan blanco: te gusta lo digieres aplaudes y te vas. Otro, como el Fibonacci,es como multigrano: te gusta lo digieres, te arranca una sonrisota y te vas alimentando de él. Gran espectáculo, ideal para seguir valorando el arte circense y seguir utilizando su poderosa y rara expresividad para mostrar más que mujeres barbudas y narices rojas.
El show tuvo el invisible y siempre acierto de crear un ambiente estética e intelectualmente eficiente, exiliando cualquier acto, escenografía o producción inútil. Todas las partes del espectáculo se enfocaron en presentar alegorías claras en su mensaje y mucho más expresivas que la mierda conceptual promedio que lleva tiempo encharcada en el mundo: un acróbata que alterna entre el escape y la montura de una enorme piedra colgada del techo y meciéndose enre la audiencia y el escenario, un hecho por sí mismo delicioso por haberse desarrollado no sólo fuera de él, sino dentro de su némesis mortal: las bambalinas. Pretty fuckin' Magritte-esque, huh? Realmente era difícil ver un segundo o un espacio en donde el proyecto no hubiera metido mano:la música,la escenografía, la composición de las butacas, la luz, la música en vivo. El espectáculo se metió hasta enel diseño de espacios, probando ser verdadera y antitrivialmente multidisciplinario.
Pero no se engolosinen, porque realmente el plato fuerte el sentir toda la fuerza, claridad y decisión del carácter experimental de Fibonacci. (Ah, "experimental", ese término como mansión de la Juárez que acaba viviendo sus días siendo putero de la Zana Rosa). No, no se trata de ESE arte experimental mamón hijo de papi que no se entiende a sí mismo ni trayendo a una jauría de psicoanalistas. Estoy hablando del arte experimental en su sentido literal: creaciones que buscan nuevos métodos expresivos y formas de comunicación con su audiencia. Siendo explícitamente un proyecto inconcluso, el Proyecto Fibonacci aprovecha esta aparente debilidad para dejar de lado alardes de "maestría" para borrar hasta donde es posible las etiquetas de "audiencia" y "artista" y volcar la presentación del espectáculo precisamente en su parte más valiosa: en el desarrollo y diseño del mismo.
Hay una parte donde tres malabaristas van aventando pelotas hacia un par de tablas colocadas sucesivamente en diferentes ángulos respecto al piso. Tal vez las bolas hayan escapado de sus manos demasiadas veces como para admirarlos por su ejecución, pero no para dejar de reconocerles la calidad inherente en un inteligentísimo acto que sólo necesita madera, bolas de pinpón y un interés mínimo en la cinética para ser una delicia visual, e incluso fonética, a medida en que las pelotas van generando su propio ritmo cuando chocan con el suelo. Por su puesto, Fibonacci no es el Circo del Sol pero no está en sus objetivos el serlo. Asistir a Fibonacci fue ver a un circo en formación, con todas las espinas del chayote exhibidas sin pena ni siquiera con un Disculpe Las Molestias colgado de alguna parte del teatro.
En fin. Hay circo que es como el pan blanco: te gusta lo digieres aplaudes y te vas. Otro, como el Fibonacci,es como multigrano: te gusta lo digieres, te arranca una sonrisota y te vas alimentando de él. Gran espectáculo, ideal para seguir valorando el arte circense y seguir utilizando su poderosa y rara expresividad para mostrar más que mujeres barbudas y narices rojas.
PROYECTO FIBONACCI
11 y12 de Febrero, Centro Nacional de las Artes
www.cirkodemente.com.mx
www.les7doigtsdelamain.com